Esta columna forma parte de una serie que explora -como resultado de la crisis del coronavirus- la evolución de un modelo tradicional basado en el lugar de trabajo a otro más enfocado en la experiencia de la actividad laboral, y en el afianzamiento de la colaboración y la comunidad.
La columna anterior de esta serie planteaba la importancia -en el nuevo modelo de trabajo “hÃbrido» o “blendedâ€- de crear “paisajes de trabajo†diferenciados como estrategia para ofrecer a cada usuario diversidad de lugares y libertad de elegir cuando, cómo y dónde trabajar.
La flexibilidad va en serioÂ
“Estamos vivos porque estamos en movimiento†(Jorge Drexler)
Tradicionalmente el espacio de oficina estuvo siempre muy enfocado en la ejecución del trabajo, la productividad, la eficiencia y la jerarquÃa de la organización. Son entornos controlados, áreas funcionales bien delimitadas, y usuarios asignados a tareas y ubicaciones precisas dentro del espacio.Â
Sin embargo, mientras el mundo y las personas se mueven a gran velocidad, la oficina tradicional permanece estática. Sus rÃgidos layouts de puestos de trabajo y salas de reunión, desalientan el movimiento frecuente a lo largo del dÃa. Esto obliga a continuos trabajos de adecuación del espacio, para poder satisfacer necesidades cambiantes, insumiendo tiempo, dinero y energÃa. Y aunque los sistemas de construcción en seco y de piso técnico elevado, cada vez más populares en los edificios corporativos, reducen la rigidez del layout, aún hay mucho camino por recorrer desde el diseño.
¿Cómo concebir espacios que sean flexibles y capaces de adaptarse e incluso de recuperarse en un entorno altamente incierto y en constante transformación?
El ser humano es móvil, resiliente y capaz de operar en una amplia gama de entornos. La vida laboral se ha vuelto más dinámica como resultado de la tecnologÃa que todos usamos a diario. Y las personas tienen mayor libertad para moverse en la oficina sin comprometer su capacidad de trabajo, sin necesitar de estar atadas todo el dia al puesto de trabajo individual. Al contrario, el consenso generalizado entre los empleados parece ser que cuanto más flexible sea su vida laboral, mejor.
Sin embargo, en un contexto cada vez más lÃquido como el actual, la rigidez del espacio de trabajo tradicional es una de las principales barreras para las organizaciones, porque dificulta los cambios. La complejidad, el dinamismo y el movimiento constante, hacen que el tiempo de respuesta del espacio a las necesidades sea cada vez menor. De hecho, a medida que la forma de trabajar evoluciona, predecir qué tipo de espacio se necesitará dentro de tres o cinco años, se vuelve muy difÃcil. Los espacios corporativos suelen tardar en diseñarse y construirse, y muchas veces están desactualizados desde el momento en que empiezan a utilizarse.Â
Los cambios recientes en la sociedad están impulsando un análisis de la forma en que se diseña el espacio de trabajo. El mundo pos COVID ha sumado a la conversación la flexibilidad, adaptabilidad y resiliencia de las personas y las organizaciones, y en consecuencia de los espacios de trabajo, y las empresas deben tomarlo muy en serio. ¿Cómo concebir espacios que sean flexibles y capaces de adaptarse e incluso de recuperarse en un entorno altamente incierto y en constante transformación?Â
El enfoque adaptable del espacio de trabajo
La pandemia consolidó el trabajo como un conjunto de actividades, en vez de un lugar. Y la nueva forma de trabajo flexible dio lugar a la demanda de un espacio que responda mejor a las necesidades de los usuarios, y que pueda modificarse sin necesidad de laboriosas obras de renovación. Un diseño más abierto e intuitivo, que no se estanque sino que acepte rápidamente al cambio en lugar de resistirse a él. Un espacio preparado para acomodarse a diferentes situaciones de uso y funcionamiento.Â
El enfoque adaptable permite adecuarse más rápida y eficazmente a los cambios imprevistos y evolucionar a lo largo del tiempo. AsÃ, una oficina adaptable permite a las empresas estar mejor preparadas para responder a usuarios móviles, formas de trabajo flexibles y condiciones de negocio cambiantes. En perÃodos de incertidumbre, estos espacios de trabajo pueden reconfigurarse, optimizando el uso y mejorando la experiencia de los usuarios. Se trata de crear un entorno más versátil, ajustable a las diversas necesidades de las personas y fácilmente transformable a lo largo de su vida.Â
Un espacio adaptable tiene beneficios significativos. Permanece en uso por más tiempo, responde mejor a su propósito, puede ser modificado por los mismos usuarios, aprovecha la innovación técnica, y es económicamente más viable. Y sobre todo puede albergar simultáneamente una variedad de tipologÃas espaciales: trabajo individual concentrado, reunión y colaboración, empleo de metodologÃas ágiles, workshops, trabajos por proyecto, interacción social, colaboración informal, etc.Â
El smartspace corporativo
En un entorno cambiante e incierto, una oficina adaptable es capaz de expandirse o contraerse, modificar su forma, abrirse o cerrarse en diferentes momentos. Asimismo puede asumir diferentes roles, crear distintos lugares, y aprovechar los metros cuadrados de manera más eficaz y rentable. Su diseño otorga a las personas no sólo mayor control sobre la conformación del espacio, sino también una amplia gama de posibilidades de configuración.
Por sà solos y a través de simples movimientos, los usuarios pueden componer y personalizar los espacios según las actividades y necesidades del momento. AsÃ, la oficina adaptable es un verdadero smartspace. Y los usuarios tienen el poder de modificarlo con el paso del tiempo, experimentando diferentes tipos de organización espacial.
El smartspace corporativo incluye, entre otros, ciertos componentes:
-Mobiliario heterogéneo, liviano y con ruedas para favorecer la movilidad y el intercambio.
-Mesas y sillas móviles, rebatibles y apilables.
-Cerramientos plegables y corredizos.
-Elementos cambiantes, modulares y apilables, que puedan componerse de distintas maneras.
-Componentes de doble función (por ejemplo módulos y accesorios que puedan servir para dividir el espacio en áreas más pequeñas.
-Instalaciones técnicas (eléctricas, datos e iluminación, aire acondicionado) que posibiliten un espacio polivalente con suficiente flexibilidad para el armado de distintas configuraciones.
Otro importante beneficio es que el smartspace empodera a los usuarios al darles la capacidad de organizar los espacios de diversas maneras. Esto fomenta en ellos la autonomÃa y la participación activa, a la vez de aumentar el compromiso, convirtiéndolos en auténticos protagonistas del cambio.Â
En un mundo en beta permanente, cada vez será más importante un espacio de oficina polivalente que -como un organismo vivo- pueda transformarse y adaptarse a necesidades cambiantes y actividades diversas. Un espacio que admita múltiples configuraciones y pueda evolucionar a lo largo de su vida útil. Sin duda estamos ante una gran oportunidad de crear plataformas flexibles que puedan ajustarse a las necesidades cambiantes de los usuarios, permitiéndole a las organizaciones tener más resiliencia.