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Este artículo forma parte de la serie “La forma de trabajo y el rol de la oficina en la era post-COVID”, que -a partir de la experiencia de las personas trabajando a distancia-, explora cómo podría re-imaginarse la forma de trabajar y resignificar el lugar de trabajo.
Cuando las oficinas cerraron en todo el mundo, muchas organizaciones implementaron soluciones de emergencia. En ese sentido, la cuarentena funcionó como un ensayo general a gran escala, en el cual participaron absolutamente todos, sin distinciones.
Antes de la pandemia, se creía que las oficinas eran clave para la productividad, la cultura y los valores de la empresa y para la retención del talento. Pero recientes entrevistas a más de 50 responsables de la gestión de los espacios corporativos de empresas en diversos países, revelan el consenso común de que durante la misma la productividad en la oficina no resultó muy distinta de la que se logra desde casa.
Y aunque hay personas que todavía no se sienten cómodas trabajando de manera flexible y a distancia, para otras empieza a ser algo normal y aceptable, y quizá signifique un retorno a unas «mayor normalidad» sin tediosos traslados diarios ni necesidad de estar a la vista de los directores.
Dicha productividad podría mejorar si las personas contaran con herramientas y tecnologías apropiadas, skills adecuadas, y -sobre todo- libertad para elegir qué actividades realizar en casa y cuáles en lugares reservables especialmente pensados para la colaboración y el trabajo en equipo. De hecho, muchas personas se sorprendieron de la rapidez con que se adoptaron las tecnologías para videoreuniones y otras formas de colaboración digital.
En la soledad de la cuarentena muchas personas experimentaron que pueden rápidamente cambiar, adquirir nuevos comportamientos y convertirlos en hábitos. La pandemia forzó la adopción de una nueva forma de trabajo y para muchos los resultados fueron incluso mejores de lo imaginado, aunque es evidente que aún hay mucho por mejorar.
Está claro que una reunión virtual carece de la espontaneidad de una presencial, y que la distancia dificulta la interacción y la creatividad. No obstante, el ensayo masivo permitió derribar barreras históricas como el presencialismo o la necesidad de estar toda la jornada laboral en la oficina, aunque todavía es difícil superar el concepto de puesto de trabajo asignado, el cual siempre se entendió como un derecho adquirido.
La reacción de las organizaciones fue cambiante a lo largo de las semanas. Al principio pensaron que se trataba de algo temporal y que pronto se volvería a algo más o menos parecido a lo anterior. Y después, muchas empresas comenzaron a adaptar sus espacios de trabajo, haciéndolos más seguros para las personas a través de la incorporación de barreras sanitarias y lavamanos, protocolos de distanciamiento, menor ocupación, etc.
El trabajo y el rol de la oficina cambiaron ¿para siempre?
Últimamente las organizaciones han empezando a darse cuenta de que posiblemente la situación no sea temporal y que las cosas no vuelvan a ser iguales al menos hasta que haya una vacuna ampliamente disponible.
Por lo tanto, se está empezando a pensar en formas de trabajo más flexible y lugares de trabajo con otro significado. Se están dando cuenta de que el espacio físico no es un fin en sí mismo, y que prepararlo para el regreso seguro no resolverá el verdadero tema de fondo: las personas y su forma de trabajar.
Además, cada vez hay más conciencia de que la pregunta ya no es “cuando” regresar a la oficina sino “para qué” y “con qué propósito”, lo cual implica replantear la relación entre la forma de trabajar y el lugar de trabajo, que incluso podría llevar a opciones más flexibles para trabajar, ya sea la casa o una gama de espacios intermedios entre los cuales elegir según las necesidades.
Por eso muchas empresas ya están aprovechando la crisis para explorar modelos alternativos de forma de trabajo y ocupación, fortalecer skills y hábitos en las personas e implementar tecnologías de reserva y administración de lugares que permitan optimizar la ocupación de las oficinas.
Las organizaciones consideran que la pandemia del COVID-19, más que generar un cambio aceleró una marcada tendencia al trabajo flexible que ya existía aunque de manera invisible, y que la oficina ha entrado en una nueva era. Y aunque todo es aún muy incierto, muchas se han decidido a encarar el desafío de re-imaginar la forma de trabajar y el rol de las oficinas, enfocándose en las personas y sus necesidades.
¿Cómo vivieron las personas el reciente experimento masivo del trabajo a distancia, qué desafíos enfrentaron y qué esperan en adelante del trabajo y de la oficina?